El sobrepeso y la obesidad son patologías que están en constante crecimiento a nivel mundial, haciendo que se consideren en la actualidad una epidemia. Y ante este fenómeno, las dietas no parecen haber contribuido a mejorar esta situación, sino todo lo contrario.
Para hablar un poco de cifras, en nuestro país según la última encuesta nacional de nutrición y salud (ENNYS) realizada en el año 2019, más del 33 % de la población tiene obesidad y el 34% padece sobrepeso. Es decir, casi un 67% del total de la población argentina tiene algún grado de exceso de peso. Más allá de los números que son alarmantes, la obesidad y el sobrepeso son patologías que afectan la vida de la persona en muchos aspectos, por lo que su prevención y su correcto tratamiento, resulta primordial para mejorar su calidad de vida.
Si hablamos de las causas que originan estas problemáticas, podríamos decir que son muchas y de las más variadas, incluyendo factores genéticos, ambientales, metabólicos y endocrinos, pero si tendríamos que nombrar a los dos grandes responsables, debemos decir que son la mala alimentación y el sedentarismo que vivimos en la actualidad.
Con todo esto, vuelvo a afirmar que las dietas de muy pocas calorías o que sacan grupos enteros de alimentos y que todos hemos hecho alguna vez en la vida, no han contribuido en lo absoluto a mejorar estas patologías en constante crecimiento. Además, existe evidencia actualizada que afirma que dietar es el mejor predictor de ganancia de peso.
La realidad es que la pérdida de peso despierta en el organismo diferentes mecanismos psiconeuroendócrinos que generan la re-ganancia de peso, y a mayor rapidez y cantidad de kilos perdidos, mayor será este incremento, sobretodo a expensas de la grasa corporal.
Es decir, a mayor kilos perdidos en un periodo corto de tiempo, más se aumentará de peso luego y la mayor parte de ese peso ganado será grasa, por lo que no termina siendo negocio ¿verdad?
¿Te suena familiar? ¿Alguna vez has hecho una dieta muy estricta bajando gran cantidad de kilos en poco tiempo, seguramente privándote de muchas cosas, y al cabo de un tiempo recuperaste todo el peso y aún más?
Por otro lado, los seres humanos contamos con un “genotipo ahorrador” denominado así por James Nell, un reconocido genetista americano hace más de 40 años. Este genotipo nos ha defendido del hambre desde hace miles de años, haciendo que si hay comida comeremos todo para cuando no haya, a elegir primero siempre los alimentos con mayor cantidad de calorías para cuando no haya, y que lo que sobre depositarlo en forma de grasa para cuando no haya.
Es decir, la genética que ha ayudado a la supervivencia de los seres humanos a lo largo de los siglos, termina siendo un enemigo muy difícil de vencer en los tiempos que corren.
Además, si seguimos hablando de lo que sucede en el organismo que está a “dieta”, la disminución de la grasa corporal, de la ingesta calórica y de los hidratos de carbono, disminuyen ciertas hormonas y aumentan otras generando esta re-ganancia de peso ya antes mencionada.
¿Y qué pasa con el estrés que genera estar a dieta? La restricción de calorías y su constante monitoreo, incrementan el estrés en el individuo y bajo estrés, se aumenta el consumo de alimentos de alta densidad calórica y palatabilidad conocidos como “comidas confort”: chocolates, golosinas, papas fritas, etc.
Te reto a recordar todas las veces que te hayas sentido estresado y esto te generó unas ganas incontrolables de comer cierto tipo de alimento. Bueno con las dietas pasa lo mismo, y peor aún, es ese deseo si encima lo tenemos “prohibido”.
Por último, no nos olvidemos del placer, un eje central en nuestras decisiones alimentarias. Es increíble que muchos profesionales sigan creyendo que la persona va a pasar toda su vida sin consumir alimentos placenteros. Lo que ignoran es que debido a esta prohibición, luego se termina consumiendo aún mayor cantidad de este alimento considerado ilícito por toda la restricción generada previamente. Todo esto también resulta una guerra perdida, ya que se ingieren calorías de más y no se aprende a controlar este tipo de comidas.
Todo esto te da la pauta que no es que hay algo “malo” en vos, por no lograr sostener una dieta o no tener fuerza de voluntad, sino es la simple biología.
Ahora bien, ¿cómo se puede lograr un peso saludable y mejorar la salud sin recurrir a dietas?
La clave es el cambio de hábitos, sin restricciones innecesarias, sin permitidos o prohibidos. Es lograr armar un patrón de alimentación saludable y por sobretodo sostenible en el tiempo, que incluya además los alimentos placenteros en la porción justa, combinándolo también con el manejo de las emociones en la alimentación y la actividad física.
Es fundamental trabajar los tres pilares, alimentación saludable, actividad física y manejo de las emociones, para lograr tener un peso y una vida saludable pero sin que se activen todos estos mecanismos que antes hemos mencionados.
El objetivo que persigo como profesional y lo trabajo todos los días en mi consultorio, es lograr que mis pacientes aprendan a que se puede tener un estilo de vida saludable sin sufrimiento y sin renunciar al placer. A lograr empoderarlos para que tome las mejores decisiones alimentarias, sin dejar de disfrutar para tener una vida más sana y feliz.
Si queres que te acompañe en este camino ¡no dudes en escribirme!
¡Te espero!
Lic Lucila Calabrese
M.N 9564 M.P 4597